Música para el alma
Un momento de tu vida te llama a escucharla, otro a apagarla, sea como sea, mucho de lo que hacemos gira en torno a ella y a tal punto, que ya ni lo percibimos.
La música se ha colocado en el sitial que merece: ser parte de nosotros. Vibramos con la música, nos emocionamos de mil formas, aprendemos, conocemos, entendemos, recordamos.
El viaje que la música propone es transcendental y transversal. De niños, de jóvenes, de adultos de ancianos, todos tenemos una canción o quizá más de una. No alcanza la vida para llenarnos de todo aquello que la música nos regala.
En el trabajo, en casa, en la escuela, al aire libre, al llegar, al irnos, al saludar, al despedirnos, en lo más complicado del día, cuando lo logramos, mientras lo pensamos, cuando queremos motivarnos, la música llena los vacíos y los vuelve llevaderos.
¿Por qué oponerse a su poder? Si tu voz es música, tus latidos también y hasta las mariposas del estómago cantarán algún día. A pesar de ello, no existe lenguaje que transgreda en mayor medida los límites del entendimiento como lo hace la música y tu alma lo sabe, y también lo necesita.
Aquí una herramienta para el alma
Para trabajar mejor mientras pintas, diseñas, construyes, implementas, nutres, piensas, escribes, caminas, corres o vas a dar ese siguiente gran paso...